Hoy celebramos el 45to aniversario de la Ley del Derecho al Voto (Voting Rights Act) de 1965, una de las más históricas e innovadoras medidas en la historia de nuestra nación. Para quienes marcharon valerosamente, trabajaron incansablemente, derramaron sangre y dieron la vida por la libertad de todo estadounidense, la ley representó la culminación de décadas de trabajo para que se alcanzara la promesa de Estados Unidos. Y para los miembros de la generación de Moisés –entre ellos Martin Luther King, Jr. y Rosa Parks, quienes estaban junto al Presidente Johnson cuando promulgó la ley, fue la ratificación de que, aunque a veces la justicia tarda, finalmente llega.

La Ley del Derecho al Voto les garantizó a los afroamericanos el derecho de votar en un momento en que se privaba de él a miles de personas en todo el país. Otorgó la protección de nuestra Constitución a todo ciudadano, independientemente de raza o religión, color o credo. Y en los 45 años que han transcurrido desde entonces, la ley ha sido ratificada cuatro veces, y cada una de ellas fue un recordatorio de que debemos permanecer alerta para garantizar el acceso a las urnas.

Al hacer una pausa para reflexionar sobre el aniversario de ese momento histórico, sobre el legado de los valientes hombres y mujeres del pasado, desde los partidarios hasta los líderes del movimiento Freedom Riders, aliento a todos los estadounidenses a que lo celebren ejerciendo los derechos que se lograron con tanto sacrificio. Juntos, volvamos a comprometernos, de maneras grandes y pequeñas, a continuar sus esfuerzos para promover la igualdad y llevar a nuestro país a la perfección.