1:02 P.M. EDT

     EL PRESIDENTE: Buenas tardes a todos. Anoche tuve la oportunidad de hablar con los líderes de la Cámara de Representantes y el Senado, me comuniqué con quienes ganaron y quienes perdieron en ambos partidos. Les dije a John Boehner y Mitch McConnell que estoy deseoso de trabajar con ellos. Y les agradecí a Nancy Pelosi y Harry Reid por su extraordinario liderazgo los últimos dos años.

     Después de lo que estoy seguro que fue una noche larga para muchos de ustedes – y, no es necesario decirlo, para mí– les puedo decir que algunas noches de elecciones son más divertidas que otras. Algunas son emocionantes; otras son una lección de humildad. Pero toda elección, independientemente de quién gana y quién pierde, es un recordatorio de que en nuestra democracia, el poder recae no en aquéllos de nosotros elegidos para un cargo, sino en el pueblo al cual tenemos el privilegio de servir.

     En los últimos meses he tenido la oportunidad de recorrer el país y conocer a la gente donde vive y donde trabaja, desde los patios traseros hasta las fábricas. Hablé un poco, pero más que nada, escuché mucho. Y el voto de ayer confirmó lo que he oído de gente en todo Estados Unidos: la gente está frustrada –está sumamente frustrada– con el ritmo de nuestra recuperación económica y las oportunidades que desean para sus hijos y sus nietos. Quieren que se generen empleos más rápido, quieren que sus cheques les alcancen para más y quieren la capacidad de darles a sus hijos las mismas oportunidades que ellos tuvieron en la vida.

     Los hombres y mujeres que nos mandaron aquí no esperan que Washington resuelva todos sus problemas. Pero sí esperan que Washington trabaje para ellos, no contra ellos. Quieren saber que el dinero que contribuyen se gasta sensatamente, que no se despilfarra, y que no vamos a dejarles a nuestros niños un legado de deudas. Quieren saber que su clamor no está siendo acallado por un coro de cabilderos e intereses particulares y riñas partidistas. Quieren que se hagan las cosas de manera abierta y honrada.

     Ahora bien, me postulé a este cargo para hacerles frente a estos desafíos y darle una voz a las inquietudes de la gente promedio. En los últimos dos años, hemos alcanzado logros. Pero claramente, demasiados estadounidenses no sienten el progreso todavía, y ayer nos lo hicieron saber. Y como presidente, asumo la responsabilidad por ello.

     Lo que ayer también nos dijo es que ningún partido podrá dictar el camino que tomemos ahora; que debemos encontrar terreno común para fijar… para alcanzar logros con desafíos inusualmente difíciles. Y les dije a John Boehner y Mitch McConnell anoche que estoy deseoso de sentarme a conversar con miembros de ambos partidos y determinar la manera en que podemos avanzar juntos.

     No estoy diciendo que será fácil. No les prometo que podremos salvar toda diferencia ni resolver todo desacuerdo. Por algo en este país existen dos partidos, y tanto demócratas como republicanos tienen ciertas convicciones y ciertos principios en los que cada uno considera que no se puede transigir. Pero lo que pienso que el pueblo estadounidense está esperando y lo que les debemos es que nos concentremos en los asuntos que afectan su empleo, su seguridad y su futuro: reducir nuestro déficit, promover una economía basada en energía limpia, asegurarnos de que nuestros niños tengan la mejor educación del mundo, asegurarnos de que hagamos inversiones en tecnología que nos permita mantener nuestra ventaja competitiva en una economía mundial.

     Porque la contienda más importante que enfrentamos no es la contienda entre demócratas y republicanos. En este siglo, la competencia más importante que enfrentamos es entre Estados Unidos y nuestros competidores económicos en el mundo. Para ganar esta competencia y para continuar siendo líderes económicos, vamos a necesitar ser fuertes y vamos a necesitar estar unidos.

     Ninguno de los desafíos que enfrentamos se prestan a soluciones simples o lemas para calcomanías. Las respuestas no se encuentran en ninguna filosofía o ideología en particular. Como he dicho antes, ninguna persona ni ningún partido tiene el monopolio de la sabiduría. Y es por eso que estoy deseoso de escuchar buenas ideas, independientemente de dónde provengan y quién las proponga. Y por eso creo que es importante que tengamos un debate honrado y civilizado sobre las opciones que enfrentamos. Por eso quiero hacer que tanto demócratas como republicanos participen en conversaciones serias sobre a dónde nos dirigimos como nación.

     Y con tanto en juego, lo que el pueblo estadounidense no quiere de nosotros, especialmente aquí en Washington, es pasar los próximos dos años volviendo a librar las batallas políticas de los dos últimos años. Acabamos de tener elecciones difíciles. Tendremos otra en el 2012. No soy tan ingenuo como para pensar que todos pondrán la política de lado hasta entonces, pero espero que progresemos con los graves problemas que enfrentamos en este momento. Y eso requerirá que todos nosotros, incluido yo, trabajemos más arduamente para forjar consenso.

     ¿Saben? Hace poco más de un mes tuvimos una asamblea pública en Richmond, Virginia. Y una de las preguntas más reveladoras provino del propietario de una pequeña empresa de podado de árboles. Me dijo lo mucho que trabaja y lo ocupado que está; que no tenía tiempo para prestarle atención a todas las palabras que van y vienen en Washington. Y preguntó, ¿existe esperanza de que retorne la cortesía a nuestros debates, a tener un proceso legislativo sano, de manera que cuando me vuelva a poner las botas mañana sepa que ustedes tienen todo bajo control? Es difícil tener fe en eso en este momento, dijo.

     Sí creo que hay esperanza para la cortesía. Sí creo que hay esperanza para el progreso. Y se debe a que creo en la fortaleza de una nación que se ha recuperado de cosas mucho peores de las que estamos pasando en este momento, una nación que ha superado la guerra y la depresión, que se ha perfeccionado en su lucha por los derechos individuales y libertades individuales.

     En cada ocasión, el progreso llegó de manera lenta e incluso dolorosa, pero el progreso siempre llegó, porque trabajamos duro pues creíamos en ello, y más que nada, porque recordamos que, como ciudadanos, debemos ser fieles no a un partido ni región ni facción, sino al país, porque quizá seamos demócratas orgullosos o republicanos orgullosos, pero más nos enorgullece ser estadounidenses.

     Y eso es algo que todos debemos recordar en este momento y en los próximos meses. Y si lo hacemos, no tengo duda de que continuaremos la larga travesía de este país hacia un futuro mejor.

     Entonces, con eso, permítanme responder algunas preguntas.

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